viernes, 2 de enero de 2009

Conflictos...

Absurdos sinsabores de boca,
que dejan quejas del placer compartido,
deseando no ser nada, conflicto de querer,
ni soledad, ni compañía…burla morbosa,
vaticinando felicidad en la casa del enemigo
purgando gloria de amarga verdad,
conflicto de presión desencadenada, agobiante
mal de brazos amantes de razones,
los centavos que compran todo este mundo,
de ideologías carentes de principios,
tratos de formas que encuentran decadencia,
escapes certeros de sonrisas a medias,
perfecciones incorrectas afines a la lógica
desechos de pieles cortadas por la espera.

Dos cafés, el pastel, la felicidad…la mirada
la culpa, la pregunta, la respuesta…el viento,
para mañana el talvez, el sino…el pero,
para el futuro el nunca, los momentos…los motivos,
de los conflictos lo que importa…lo que interesa
lo que vale y lo demás…lo que resta
de las platicas, esquizofrenia…verdades, verdades,
la persona, los miedos, batallas…espadas,
los caminos, decisiones de palpitos…segundos,
perfiles escondidos, confusiones…caprichos.

Conflictos de convicciones aliviadas por remanentes,
que desde siempre buscan ser escuchados
sin esperar, sin querer, sin gritar,
por las quejas de la gota que cae constante,
esa que ahonda el perdón del victimario,
del cuchillo que penetra y corta el intento,
del azar que acude desesperado en el momento
de lo que siempre esperas al final de la noche,
el cuento que reescribes día a día,
la tinta que gastas en borrar correcciones,
modestos conflictos que nunca denotas,
en completo peligro de morir cuando pueda.

Juegos...

El juego es dar, quitar, regresar y luego arrebatar
el juego aquí es perder y ganar…

Hoy es el inicio del principio del fin,
es el ayer del juego con cartas marcadas,
el momento anunciado por el torbellino de dudas,
el preciso instante del último soplo que apaga la vela.

El juego es preparar el engaño al ángel de la muerte
el juego es no tener reglas y aprender con tijeras…

Tiempo de razones perfectas para olvidarse del mundo,
de batallas deslucidas entre contrariedades y risas,
excusas frustradas por pizcas de sinceridad encajonadas
grilletes que no sueltan los despojos más oscuros

El juego es lanzarse al vació cuando llega el deseo,
el juego es esquivar las balas después del recuerdo.

¿Y la frase? ¿Y el desvelo? ¿Y las confesiones?
las promesas que nunca fueron propuestas como tales,
las palabras que exigimos nunca escuchar
la necesidad mortal de siempre vivir lo prohibido.

El juego es tocar fondo esperando paciente el rescate
el juego es creer que somos los dueños de la vida.

Medianoche...

Oscuridades que guardan los placeres de la carne
olas que transportan violentos deseos cautivos
sombras que anhelan el sol que no llegara
y tus labios húmedos tentadores que esperan por más.

Reflejos a lo lejos de la lluvia esperada
preámbulo del éxtasis viajero por rincones ocultos
esos que llevan a considerarse demonio sagrado
mientras tus piernas son silueta entre arenas.

Escalinata sombría que lleva al paraíso imperfecto
al encuentro con sabanas blancas que no son las mías
olvidando los otros, aquellos o esos,
que son en este mundo lo malo de la vida.

El regreso entre renuencias por desvelos infinitos
en la carretera que ayer condujo en penumbras
para volver de nuevo al sitio de impuntualidades
ese que en próximas mañanas mirare de reojo.

Luces de neón...

En la burbuja nocturna ideal para escuchar tu respiración,
con tu deseo hecho carne en aquella madrugada fría,
mojando tu piel con elixir de vida y consecuencia de avidez
después de sinceras palabras que provocan en pupilas,
y tus pechos perfectos dividiendo mis labios.

En la burbuja íntima ideal para esconder pasiones
con tus manos tibias recorriendo caminos en círculos
llenando de gemidos el silencio de las luces de neón
antes de caer arrodillado ante tu cuerpo ansioso
y tu humedad latente que multiplica mi sudor.

En la burbuja transparente ideal para eclipsar vidrios
con tu respiración y la mía plegadas en latidos
redescubriendo el espacio que se vuelve templo de pecado
mientras elegimos un destino paralelo a nuestras existencias
y nos alejamos de la soledad traidora de vulnerables momentos.