jueves, 24 de abril de 2008

Preso...

Presidiario de la aurora, del momento…del olvido
encadenado a la pregunta sin respuesta y viceversa,
esclavo de las palabras falsas que salen de tu boca,
que estarías siempre…que serías siempre.

Pero podría intentarlo mil veces más y otras tantas,
sin dudarlo…sin esperar, sin voltear la mirada atrás,
acompañado del miedo a equivocarme de nuevo,
empeñado en serte fiel esta vez y en la siguiente también.

Prefiero que no me creas…así no rompes la rutina
prefiero que no me veas, así no doy razones para desconfiar
hoy dormirás con tus fantasías, yo haré realidad las mías
mientras los demás persiguen esos utópicos sueños nuevos.

Hasta la próxima mirada, ojos verdes imposibles,
hasta cuando exista el motivo perfecto de cambiar el destino,
hasta que los huesos resistan este frió intenso,
cuando tu nombre cambie por el de luna llena.

jueves, 17 de abril de 2008

Atribuciones...

La abeja vuela tan bajo que creo que se arrastra
y sigo pensando en mi tiempo, tu tiempo y el dolor.
El dilema de no saber si existiré al amanecer,
ese que envuelve el miedo…ese que va a dar al bolsillo,
ahí donde emigran uno a uno los errantes pensamientos,
es entonces que intento llamar…aun sabiendo que ya no estas.
El bar se torna frió…mas que de costumbre,
la muerte busca entre escombros remanentes del combate
y el castillo de naipes en la mesa, sufre como doncella en baile.

Es sábado…el primero del mes de enero,
y hoy el poeta se reinventa a la orilla de la cama
el sutano huérfano de besos, busca el “para siempre” en su debut
pero el mapa del deshielo le hace agonizar en la ventana,
de manera rara se conforma…se asombra y sufre.
La burla…el pesar y la mala suerte, son el desayuno,
no habrá manzanas…caviar o celo.
Con la noche llegara el espejismo…el domingo…la ruina,
sonara tu nombre, resucitará el ocaso y en el patio se paseara la redención.

El mandamiento se convertirá en mi laberinto…mi celda,
mis ideas serán el contrabando que perderá liquidez en tu deseo,
mi virtud se volverá desastre errante que brille en tu ombligo,
tus pezones el ayuno profundo que me vuelva fugitivo,
el pasaporte al quisiera con pinta de celaje urbano,
el hotel que cerró sus puertas antes de arribar,
y el pago que nunca recibiré, por las fantasías que jamás doy sin condición.